SEYMOUR HERSH y su laxa relación con la verdad literal; es la forma suave que usa Chris Suellentrop en la New York Magazine para decir que el veterano reportero de investigación, niño bonito de la intelligentzia anti-gobierno de EEUU, es más que generoso con esos detalles de cosecha propia con los que salpimenta sus apariciones públicas. No sus artículos del New Yorker, que son minuciosamente revisados por editores y donde cualquier exageración queda negro sobre blanco por los siglos de los siglos, sino las informaciones impactantes que desvela en sus conferencias y debates televisivos en los que como él mismo dice, se puede maquillar la realidad si es por una buena causa, confiando en que las palabras exactas y las pruebas de lo que dice se las llevará el viento.
El problema es que, en la era de los blogs y del video digital, lo que uno diga en un debate universitario o una entrevista en una cadena de radio adquiere tanta repercusión como los artículos escritos, y así ha sido en varios casos recientes protagonizandos por el héroe que aún vive de las rentas de su investigación sobre la masacre de My Lai en Vietnam. Por ejemplo, la acusación de que había vídeos de violaciones de mujeres y niños en Abu Ghraib, que él mismo reconoció poco después de "soltarla", que las cosas eran muy distintas a como las había contado. Sin que ni uno de los medios que la recogieron con grandes titulares se hayan retractado, por supuesto.
Sé que tengo varios lectores fans de Hersh (¡hola, Íñigo!), así que este post va especialmente dedicado a ellos...
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