FLORENCIO DOMÍNGUEZ:
El acuerdo del Congreso de los Diputados dando el visto bueno a una negociación del Gobierno con ETA supone un cambio radical de la estrategia que se ha mantenido durante los últimos cinco años con el visto bueno y el aval de los socialistas. La postura de algunos partidos que han apoyado esa decisión es coherente con su trayectoria anterior. Es el caso de ERC, cuyo dirigente principal se reunió con ETA hace poco más de un año, o del PNV, que negoció con la banda terrorista en 1998, pactó y fracasó en el empeño en conseguir que abandonaran las armas a cambio de concesiones políticas.Leed hasta el final.
La decisión de negociar no es coherente, en cambio, con la línea marcada por el acuerdo por las libertades y contra el terrorismo del año 2000, ni con el comportamiento que ha tenido el PSOE en este tiempo. Ello suscita una pregunta para la que no se ha ofrecido ninguna respuesta clara: ¿por qué este cambio de estrategia?, ¿por qué cambiar una línea de actuación que ha puesto de manifiesto sus excelentes resultados a cambio de una política azarosa de resultados inciertos y altos riesgos?
Algunos dirigentes socialistas han invocado en público el hecho de que dentro de diez días se cumplirán dos años sin que ETA haya asesinado a nadie. El dato ha sido repetido reiteradamente y ha venido acompañado de especulaciones que atribuyen la ausencia de muertos a no se sabe qué intencionalidad política de los terroristas, como si fuera una muestra de buena voluntad. El argumento de la ausencia de víctimas mortales, en el fondo, lo que revela es la debilidad de la memoria y el deseo de no recordar lo que ha ocurrido en estos últimos veinticuatro meses, en los que ETA ha perpetrado 66 atentados que han dejado heridas a 75 personas.
Es cierto que no ha habido muertos, pero no por mérito de ETA, que, en ese tiempo, ha intentado al menos una docena de veces asesinar a personas.
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