martes, julio 12, 2005

RICARDO ESTARRIOL sobre la masacre de Srebrenica, de la que ayer se cumplió el décimo aniversario:
En realidad, en Srebrenica el ejército serbio pudo entrar con tanta facilidad no porque -como repetían los militares y diplomáticos franceses- los bosnios no ofrecieran resistencia con el perverso objetivo de provocar una intervención de la OTAN, sino porque el antiguo comandante de Forpronu, el general Philippe Morillon, les había obligado antes a entregar todas las armas pesadas a los cascos azules. Aquellas armas, que mal podían custodiar los trescientos y pico cascos azules holandeses que eran de hecho más rehenes de los serbios que fuerzas de protección de los musulmanes, entraron a formar parte inmediatamente del arsenal serbio. Desde Zagreb el comandante de las fuerzas de la ONU en la ex Yugoslavia, general Bernard Janvier (francés), no tenía ni tan sólo contacto con las tropas de la ONU. El día antes de la caída de Srebrenica Janvier se había negado a transmitir a la OTAN la petición de ayuda aérea presentada por Ton Karremans, el comandante de los 450 cascos azules holandeses que se encontraban en el enclave de Srebrenica.

Después de la caída de Srebrenica, el primer ministro bosnio, Haris Silajdzic, declaró: "A mí no me cabe duda de que (a los serbios) se les ha permitido que entraran. Creo que existe un acuerdo entre los serbios y Forpronu, en el sentido de que se les prometió que no habría ataques aéreos". Con una rapidez extraordinaria, los portavoces de las Naciones Unidas hicieron entonces suyo el punto de vista de Zametica, el portavoz de Karadzic, quien en Pale había dicho que "los musulmanes habían abusado del estatus de Srebrenica como zona protegida lanzando ataques contra la población civil serbia".

Era la tradicional teoría de la falsa simetría que equiparaba la agresión con la defensa.