ÁNGEL EXPÓSITO (requiere suscripción):
Si Montesquieu levantara la cabeza, después de que hace 260 años tuviera aquella ocurrencia de la separación de poderes, y oyera cómo abordamos las cosas del poder judicial, pensaría que estamos hablando de fútbol. Y es que ante el deporte rey somos de uno u otro equipo; nos da igual que el árbitro se equivoque si nos beneficia, pero nos acordamos de su madre si es en contra. Sólo vemos las faltas del rival mientras que nuestras patadas son tácticas y nunca caemos en el fuera de juego porque corremos muy deprisa mientras que el contrario siempre queda offside porque achicamos espacios. Por supuesto, cada uno de nosotros somos el mejor seleccionador nacional de fútbol.
En lo referente a la justicia pasa lo mismo. O eres de Garzón o de Grande-Marlaska. Los tribunales superiores están vendidos a la ultraderecha o son más nacionalistas que sus gobiernos autonómicos. Si tal sentencia encaja con nuestro deseo, es que funciona el Estado de derecho, pero si no nos gusta la resolución, es porque el juez es un cobarde. Y por supuesto, cada uno de nosotros sí que sabríamos dictar justicia, no como hacen los de la toga.
Me pregunto, una vez más, cómo es posible que los periodistas sepamos tanto de derecho penal, mercantil o constitucional; de política judicial, de la carrera, de la fontanería diaria de los juzgados y por supuesto de la personalidad e ideología de cada juez o magistrado. ¿Qué grado de culpa tiene el periodismo por haber dado demasiada importancia a la judicatura y sus resoluciones? ¿Los autos judiciales de tal o cual magistrado son tan importantes como para abrir informativos o portadas a diario? En verdad no sé para qué los jueces han opositado tanto si nosotros sabemos lo mismo sin haber dado ni golpe.
En este capítulo somos igual que los políticos. Propongo que se callen una temporada para comprobar si quien politiza la justicia es el periodismo o si por el contrario, son los protagonistas de la política los que provocan esta involución antimontesquieu.
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