miércoles, abril 08, 2009

ALBIAC VA FUERTE HOY:
EN Magic People Show, que anda ahora por la escena madrileña, hace Pino Montesano parlotear diarréicamente a un cuarteto de descerebrados. Su cráneo es hueca bóveda donde resuenan los sedantes clichés televisivos. La realidad, extinta, cede lugar a algo sórdido y difuso. Tras las palabras vacías, se dibuja el laberinto del desastre. Nada puede, en rigor, sobrevivir a un estado de degradación humana tan extremo. Y uno, si se deja llevar en la modorra, siente que está escuchando a José Luis Rodríguez Zapatero. O a cualquiera de sus ministros. Orondos declamadores de la nada. Porque a eso se reduce todo: el éxito electoral, como la bancarrota. A la exclusión perfecta de cualquier concepto. A la final reducción de la política a perverso jardín de infancia. El éxito del PSOE está entero en esa clave: haber comprendido mejor que nadie que la política ya sólo apasiona a los necios; que, al final, el cliente electoral perfecto es el lobotomizado. Y que aquel líder que aparente la estupidez más perfecta, aquel cuyas palabras más se asemejen a la pueril edad mental que se atribuye al ciudadano, ése merecerá su voto.
Hermann Tertsch no le va a la zaga:
«Con Pedro Solbes España ha vivido los momentos más brillantes de su economía». Con frases así quiere infundir confianza el Gran Timonel. Ésta es sólo una pequeña joya de la palabrería incontenible de nuestro presidente del Gobierno, en una especie de incontinencia verbal terrorífica y tan absolutamente fea por mentirosa que causa casi dolor físico.

No se trata ya del Gran Timonel tratando a los españoles como pequeños gilipollas cuando nos dice que él tenía marcado los tiempos de una crisis de Gobierno que le pilló literalmente en bragas al jefe. Sucede siempre que se impone la lógica de la selección negativa. Cuando un jefe se sabe un impostor mediocre y tiene que elegir gente peor en su entorno para no temer que alguien cuestione su posición y sabotee su impostura.
Hasta Antonio Casado (¡Antonio Casado!) no traga con el trile:
En cualquier caso, los problemas de este Gobierno, aquí y ahora, no se resuelven con una crisis ministerial. La pérdida de costaleros parlamentarios, la densa negrura de la situación económica y la debilidad de liderazgo son las fuentes de todas las desgracias que aquí y ahora gravitan sobre la causa política del PSOE. Y eso no va a cambiar de la noche a la mañana por el hecho de llevar cinco caras nuevas al Consejo de Ministros. Aunque estemos viviendo “un tránsito entre dos épocas históricas”. Aunque estemos más cerca que nunca de “un gobierno mundial” al servicio de “una nueva política del bien común para el conjunto de la humanidad”.

No invento nada. Los entrecomillados son ilustraciones verbales firmadas por Zapatero para explicar los cambios en su equipo de Gobierno. Y es que ayer a mediodía, en el Palacio de la Moncloa, a la hora de motivar este juego de sillas ante los medios de comunicación, el presidente se superó a sí mismo en el uso –abuso- de la retórica.
A mí, estas ensoñaciones peliculeras de "tránsito entre dos épocas históricas" y "gobierno mundial" me dan pavor. Estamos ante alguien que es incapaz de mantener los pies en el suelo y que prefiere pasear entre las nubes porque cree que lo que pueda pasar en ese suelo carece de importancia. Y, por supuesto, alguien que por mucho que se complique la cosa aquí abajo, él tiene que aguantar, como sea, porque el advenimiento de la nueva era es algo demasiado importante que no se puede perder. Y encima si se cree que es uno de los protagonistas.

ACTUALIZACIÓN. Ni Manolo Saco, nada menos...