A ESTO han llegado las cosas: los demócratas han contratado a consejeros de duelo para ayudar a los candidatos perdedores y a su personal a digerir la escabechina de hace una semana. Vamos, igual que si se les hubiese muerto alguien de la familia. Pocas veces ha quedado tan meridianamente claro que la política tiene que ver cada vez menos con el servicio público y más con la voluntad de pertenecer a una casta de brahmanes, de privilegiados que sienten como algo personal el que les aparten del chollo.
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