CONTRA EL PARO, libre mercado:
La sangría laboral de enero, la más alta desde el aciago 2009, nos recuerda que el desempleo en España no ha tocado fondo y que la única forma de combatirlo y darle la vuelta no es –como no lo fue en 2009 con el Plan E– mediante ruinosos planes de estímulo de la demanda. Necesitamos una reforma laboral que permita que cada salario de este país se ajuste a su productividad, en lugar de ser éste determinado directa o indirectamente por nuestros políticos, sindicatos y patronales.
El ejemplo de éxito es muy claro: en el primer trimestre de 2010, España tenía una tasa de paro del 20,05%, Letonia del 20,7%, Lituania del 18,1% y Estonia del 17,3%. Hoy España tiene una del 22,9% y, a falta de que publiquen los datos del último trimestre de 2011, Letonia una del 12,8%, Lituania del 14,8% y Estonia de 10,9%. ¿Acaso es que, como podría pensar algún keynesiano, estos países no han sufrido, a diferencia de España, una contracción crediticia brutal que haya hundido el gasto interno en la economía y dejado sin financiación a sus empresas? No, de hecho la sufrieron en mayor medida: España recibía en 2007 una financiación exterior equivalente al 10% de su PIB y hasta hoy la ha visto minorada al 3% (siete puntos menos de crédito exterior); por el contrario, Letonia, Lituania y Estonia recibían en 2007 entre el 15% y el 23% de su financiación del exterior y hoy, en cambio, son ellos quienes proporcionan financiación al resto del mundo por un importe de entre el 1% y el 3% de su PIB (lo que equivale a una reducción del crédito externo de entre 16 y 26 puntos). La diferencia no es ésa, sino que sus mercados laborales son mucho más libres.
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