martes, marzo 26, 2013

JOSÉ RODRÍGUEZ:
El compañero en concreto que recuerdo era conseller de distrito por ICV y portavoz del grupo municipal, le perseguían por el barrio, le acosaban en el colegio donde llevaba su retoño, le abucheaban y llegaron a romperle la moto.
Puede que cuando pensamos en un “malvado diputado del PP frente a un pobre desahuciado de su hogar” emocionalmente nos pongamos del lado del débil y creamos que esta forma de protesta está legitimada, pero en democracia tenemos que pensar que las acciones no se justifican por sus actores sino por la acción en si misma. Si está justificado en el caso de un diputado del PP también está justificado en el caso de mi compañero de ICV por parte de aquellos vecinos que no querían sin techo en el barrio. Tal vez podamos así valorar si el escrache está justificado o no.
Hay que tener mucho cuidado con defender algunas formas de protesta cuando además estas no tienen marco regulatorio, incluso una forma de protesta muy tensa como un piquete sindical un día de huelga está pautada y tiene unos límites, hay jurisprudencia y está reconocida como una forma legal (y por tanto institucionalizada) de protesta.
Sacar el conflicto de unos marcos y llevarlos a la vida privada de las personas puede que tenga más riesgos de los que realmente estamos dispuestos a aceptar y sea un mal antecedente.
Leedlo entero, sobre todo si os llamáis Ada Colau.

ACTUALIZACIÓN. El editorial de hoy de El País sobre el tema es sorprendentemente bueno.