CARMELO JORDÁ tiene un punto sobre lo de las becas Erasmus:
[S]i lo que recibe un estudiante de Erasmus son, efectivamente, no más de 200 euros al mes, esa estancia todo un año en el extranjero supone un coste para él o para su familia muy importante.
Siendo exactos, y al menos en la mayor parte de los casos, se trata de un gasto que sufragan las familias, que si pueden costear un año de estudios al chico en Milán o Helsinki es que tienen un cierto nivel adquisitivo, vamos que no son pobres de pedir. De hecho, los datos muestran que no menos de un 90% de los que disfrutan de estas becas son de clase media-alta o, directamente, alta.
Es decir, que con los impuestos de todos, incluidos obreros, jubilados y parados, estamos pagando un lujo –o al menos algo que no es ni mucho menos imprescindible– a la parte más acomodada de la sociedad. Vale, seguro que hay gastos más superfluos o innecesarios… pero esto no significa que este no lo sea, ni que las becas Erasmus sean un derecho humano.
Desde luego la gestión que ha hecho Wert, también en esto, podría haber sido más afortunada, por decirlo suavemente. Eso sí, si se pide su dimisión por retirar las becas, luego no sé si es muy lógico volverla a pedir ahora porque haya rectificado, ¿no?
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