GREENPEACE, por boca de su presidente ejecutivo en España, Juan López de Uralde, miente hoy en una carta a La Vanguardia, comentando la entrevista a Bjorn Lomborg publicada el pasado domingo y que fue acompañada por aquél artículo de Ramón Aymerich que John y yo criticamos.
López de Uralde señala que
El ecologista escéptico ha sido denunciado en su país natal, Dinamarca, como “falto de ética científica” por el Comité Público encargado de garantizar el rigor de las publicaciones científicas.Y es verdad, se presentó una reclamación contra Lomborg por supuesta deshonestidad científica y ese comité con un objetivo tan Orwelliano emitió un informe preliminar en su contra. Pero López de Uralde presenta una versión falsa de la realidad por ocultación, es decir, miente, al no informar igualmente que el ministerio danés de Ciencia y Tecnología invalidó en diciembre de 2003 ese informe alegando que no estaba respaldado por documentación alguna, estaba "completamente vacío de argumentación", era "insatisfactorio", "emocional" y que "merecía ser criticado".
El director de Greenpeace España intenta destruir la credibilidad de Lomborg afirmando que
[Lomborg] nunca fue miembro, ni mucho menos activista de Greenpeace. No consta su afiliación pasada en ninguna de las oficinas de Greenpeace en el mundo según comprobó la organización cuando su libro se publicó por primera vez en 1999.Ciertamente no estoy en condiciones de negar este hecho, aunque sí es una polémica que se lleva arrastrando desde hace tiempo. Pero debe tenerse en cuenta que la afirmación de que es un antiguo miembro de Greenpeace no la hace el propio Lomborg en la entrevista, sino el periodista en un breve perfil que la acompaña. En cualquier caso es una polémica vieja, y hasta los más críticos con Lomborg afirman que lo que no consta es que Lomborg haya sido un miembro activo de la organización, pero sí que ha sido socio, como tantos otros (tres millones en todo el mundo, según datos de su página web) que pagan una cuota mensual como apoyo a la organización pero sin participar directamente en sus actividades. El propio Lomborg ha afirmado que era el "típico miembro que pagaba la cuota y nada más". Así que, teniendo en cuenta su desinformación sobre el informe danés, más bien habría de ser López de Uralde quien aclarara a qué se refiere con "miembro", "activista" y con "afiliación pasada", especificando si estas tres categorías incluyen o no a los meros socios que pagan una cuota mensual a la organización que, por otra parte, es lo único que Lomborg ha alegado haber sido. No deja de ser significativo que López de Uralde haya evitado usar precisamente esta palabra al describir la implicación de Lomborg, cuando es precisamente esa la nomenclatura oficial de Greenpeace para describir a quienes les apoyan económicamente.
Pero para que le funcione el ataque a la credibilidad de Lomborg, López de Uralde tiene que engarzar esa supuesta falta de afiliación con la credibilidad de las críticas del danés:
Queremos destacar este dato, ya que para que la estrategia mediática de Lomborg funcione, es básico que se presente como un “ecologista arrepentido”. Él sabrá por qué tiene que inventarse un pasado que no tiene. Los datos que presenta no aportan nada que no hayan dicho otros destacados enemigos de la defensa ambiental, siendo la única novedad su falsa antigua militancia en Greenpeace.Por supuesto, aún si fuera falsa la antigua militancia de Lomborg en Greenpeace, no tendría nada que ver con el fondo y la veracidad de sus argumentos. Lo que López de Uralde está haciendo es usar un truco lógico, una falacia, más antigua que las bicicletas que suelen usar los miembros de Greenpeace en sus desplazamientos.
Pero es que, además, si lo que López de Uralde pretende es dar a entender que nadie que haya sido miembro verdadero de Greenpeace puede haber denunciado públicamente los postulados de la organización, la respuesta tiene nombre propio. El de alguien que, por cierto, se ha significado de forma especial por su defensa de Lomborg: Patrick Moore, miembro fundador de Greenpeace, presidente de Greenpeace Canadá durante 9 años y de Greenpeace International durante siete.
Pero claro, en la religión medioambientalista, los traidores van directamente al agujero de la memoria.
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